Un caso marxistoide:

Ulysses Alvarez Laviada
6 min readFeb 2, 2024

Roxana Kreimer

Roxana Kreimer es el caso perfecto de un robot académico completamente analógico y humano con el pequeño caviar de que si fuera sometida a la famosa prueba de Turin para comprobar si es humana o robótica, cualquier Inteligencia Artificial pasaría por humana más rápido que ella.

Roxana Kreimer es la marxista renegada y empalagada con una patina gruesa de academicismo en búsqueda de la piedra filosofal de la “neutralidad” y “objetividad” pura del análisis.

Para Roxana Marx es el pensador sutil y autor de una teoría con muchas aristas por donde cortar mientras que todos aquellos que lo critican o se le oponen son, en su mayoría maniqueos, subjetivistas y simplones que cuando y si dicen algo valioso ya Marx lo había dicho o esbozado.

Roxana toma el esqueleto disecado del análisis estructural innovador de Hegel y pone ese esqueleto escuálido como un error en Marx para luego criticarlo como un muñeco de paja que ya ha cocinado de la dialéctica de Hegel mientras ignora por completo su promesa de criticar a Marx, la cual ella retoma una y otra vez pero solo como excusa para defenderlo una vez más. Roxana es la perfecta. vendedora capitalista de las ideas de Marx. Recuerden vender no necesita transacciones sólo publicidad inteligente.

Así, Roxana representa académicamente el harakiri sacrificial de lo individual filosófico académico que representó Hegel y Marx por el análisis estructural colectivista gregario y bibliográfico del YouTuber que ella es listo para dárselo a sus seguidores “proletarios” que necesitan adquirir conciencia de si bajo su alegato de estar trasmitiendo ciencia.

Pero si hacemos un análisis forense de los patrones narrativos de Roxana podemos ver que ella meramente ofrece descripciones relacionales entre diferentes posiciones existentes escogidas y metódicamente curadas bajo sus sesgos ideológicos los cuales ella cree corregir escogiendo diferentes estudiosos en la materia y haciendo piruetas eruditas de contrastes claroscuros de cosas a favor y cosas en contra.

Hacer esta mímica fantoche de lo que las ciencias naturales hacen esperando que va a obtener los mismos resultado científico sin analizar con detenimiento razones suficientes y sus sesgos inevitables es simplemente academicismo lobotomizado bajo el ardid autoritario de bibliografías y autores meticulosamente seleccionados.

Roxana no hace más con su narrativa que lirismo creativo bien manufacturado, o sea, saber organizar muchos datos para hacerles decir lo que se se antoje pero construirlo y deconstruirlo de tal manera sofisticada que el producto terminado huele a verdad científica pero aún con un tufito que huele a gato encerrado.

Roxana realmente cree que creando matrices de opiniones de expertos seleccionados por ella bajo la presunción de autoridad va a resolver no sólo el problema de ella ser más creíble sino de estar describiendo verdades científicas con suficientes datos para probarlas simplemente por ella curar esos datos.

De hecho, la metodología que Roxana usa es una que tiene alto nivel de credibilidad en las investigaciones de ciencias naturales. Esta sigue pasos específicos que han demostrado ser bastante confiables y eficientes sobre todo cuando está relacionada con las enfermedades humanas y la industria farmacéutica.

Digamos, se comienza con dar una introducción acerca del tema en cuestión a manera de historia y contexto histórico y así darle la necesaria pátina de “objetividad” al análisis. Luego se ofrece las posiciones a favor y en contra. Seguido, se escogen investigadores en la materia y se describen sus posiciones en más detalles.

Mas tarde, se pone un poco de nuestro cosmético personal sin hacerlo la posición central. Finalmente, le damos más la razón a uno de los investigadores con algunos ligeros aires de crítica pero consolidando ese pensador como el que tiene la última verdad científica. En el caso de Roxana, es claro que es Marx.

El problema aquí es que cuando esta metodología es practicada en las ciencias naturales en ellas tiene total sentido ya que las ciencias, en tanto no sean ciencias teóricas, no generan ontologías y así los posibles sesgos son más eficientemente controlados.

Tan pronto como se trata de las ciencias sociales o humanidades no podemos esperar que la metodología estructural-relacional de las investigaciones científicas que usa y cómo la usa Roxana nos va a dar similares resultados como en las ciencias naturales las cuales se basan en experimentos y recolección de datos no recolectados fundamentalmente para debates teóricos sino para aplicaciones directas en salvar un paciente.

Roxana usa este método estructural-relacional de las investigaciones empíricas con fines de aplicabilidad para justificar sus aserciones teóricas como si existiera una relación de causalidad entre ambas y no mera correlaciones.

Los datos empíricos nunca corroboran ninguna teoría general aunque los datos científicos pueden usarse para ejemplificar aserciones generales o teóricas.

En efecto, siguiendo el principio de Pareto, los datos empíricos que podemos estudiar sobre cualquier fenómeno, no importa cuán profunda y extensiva sea nuestra investigación, generan aproximadamente 80% de correlaciones engañosamente esenciales y 20% de causalidades con razones esenciales y suficientes.

Estas correlaciones engañosamente esenciales se incrementan aún más cuando se trata de especialistas y expertos en las humanidades. Roxana ignora totalmente que las humanidades no producen verdades con rigor tan fijos y asentados como las ciencias naturales.

Cuando se descubre que la aspirina cura el dolor de cabeza y la quimioterapia destruye brutalmente el cancer estas son verdades fijas y ya hemos acumulado suficientes datos para demostrarlo y refutar toda idea que quiera desmentirlo.

Sin embargo, cuando hablamos o escribimos de Marx y la teoría marxista no podemos aplicar el mismo rigor científico. Es este precisamente el error garrafal de Roxana al querer persuadirnos con su benevolencia erudita y condescendencia académica que basta con usar este método estructural-relacional que es común a las ciencias naturales para que la filosofía, la economía, la teoría del arte y todas las disciplinas en las humanidades adquieran el tan anhelado rigor científico que fue monopolio exclusivo de las ciencias naturales.

La historia puede decirnos muchas cosas de lo que ha pasado con un fenómeno dado y ofrecer detalles y rigor y puede hacerlo en infinidad de combinaciones y con un arsenal extremadamente vasto de bibliografía, datos e información.

Lo mismo es aplicable para la filosofía, las artes, la política, la economía y la sociología pero tan pronto como hacemos un juicio moral e intentamos cuantificar la justicia como lo que debió o debería pasar nos deslizamos en un terreno pantanoso el cual Roxana quiere hacer a toda costa igual de riguroso en el mismo sentido en que una aspirina nos quita el dolor de cabeza.

Roxana no entiende que las humanidades son ciencias especulativas por naturaleza (especulativas en el sentido de usar métodos de investigaciones y de demostración de pruebas que son basados más en ensayo y error y por tanto en resultados menos concluyentes) en lo que respecta a rigor y solidez argumentativa dado los elementos morales, conductuales y estéticos que las definen.

Que Marx y Engel hayan querido convertir la economía política y la filosofía en algo científico en sentido tradicional es algo que Roxana ha pasado por alto de manera bastante obvia y descuidada. La crítica que Marx hizo a la filosofía anterior a él fue clara y definitiva. Sin embargo, es claro que lo que hace Roxana con Marx y sus ideas entra más en el terreno interpretativo que en el terreno transformativo (praxis) que Marx le adjudicó.

Roxana intenta “interpretar” a Marx y para ello nos da una descripción histórica de los marxistas y no marxistas después de Marx como si hacer filosofía después de Marx y bajo el espíritu de Marx fuera seguir la tradición “interpretativa” (hermenéutica) que Marx rechazó como quehacer de la filosofía después de él.

La única manera en que se realiza la filosofía después de Marx, siguiendo a Marx, es mediante su disolución como praxis. Mientras tanto, Roxana sigue divagando académicamente sobre Marx, sus apologistas y detractores. Roxana no ha entendido el memo de Marx en el Manifiesto Comunista y en las tesis de Feuerbach.

El memo marxista no es seguir debatiendo teóricamente acerca de la legitimidad teórica o práctica de Marx. El memo marxista es y debería ser axiomático y llevar a la praxis sin ambigüedades ni retóricas. “hermenéuticas” acerca del entendimiento de Marx.

Para Marx la crítica de la teoría es inseparable de la transformación de la realidad en su totalidad. Tal crítica no puede realizarse con plenitud sin modificar la realidad y tener un plan de modificarla. Roxana no muestra el más mínimo indicio de preocupación por este elemento crucial de la teoría marxista. Ella no tiene ni puede elaborar una praxis marxista ajustada a los tiempos presente que aún conserve el espíritu de Marx.

Y no es que la teoría no siguiera siendo esencial para Marx sino que para Marx tenía que hacerse de un modo distinto a como se ha venía haciendo hasta ahora. Roxana, a pesar de sus buenas intenciones de defender las ideas de Marx, sigue produciendo ideas del mismo modo a como se ha venía haciendo hasta ahora.

Roxana es una maquinaria parlante de dar muelas históricas-descriptivas como un ejercicio estoico y heurístico de sustituir rigor por erudición e inconsistencias lógicas por exposición relacional de expertos con autoridad académica reconocida aunque cosméticamente cuestionada.

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Ulysses Alvarez Laviada

Genuine tragedies in the world are not conflicts between right and wrong. They are conflicts between two rights. Friedrich Hegel.