Sé humano (Dasein)

Ulysses Alvarez Laviada
4 min readJul 10, 2023

¿Recuerdan la famosa prueba de Turing?

En 1950, el matemático y criptoanalista británico Alan Turing publicó un artículo en el que esbozaba un provocador experimento mental.

El experimento consistía en un juego de tres personas en el que un ordenador utiliza la comunicación escrita para intentar engañar a un interrogador humano haciéndole creer que es otro ser humano.

A pesar de los muchos avances en inteligencia artificial, ningún ordenador ha superado aún la prueba de Turing.

Curiosamente, si consideramos la manera en que hoy el universo operativo de la inteligencia artificial funciona usando algoritmos “sensibles”, y “perceptivos” con nuestras necesidades y deseos como consumidores, tal vez de lo que requerimos es de la inversión de la prueba de Turing.

Somos nosotros los seres humanos los que fascinados con la eficiencia de nuestras herramientas de cognición estamos imitando con entusiasmo eufórico y estoicismo hedonista lo que nuestra propia tecnología pone a nuestros pies a manera de servicio à la carte.

Pero seamos honestos, se suponía que sólo fueran herramientas.

Tal vez esta inversión parezca una broma, pero no lo es. Todo lo contrario, el hecho mismo de que las herramientas que hemos creado para hacer más óptimo y eficiente nuestro pensar y vida práctica nos están privando de darle relevancia moral y etológica a los elementos aleatorios y especulativos necesarios a la evolución productividad de nuestro pensar y vivir, muestra sólo una cosa, nuestro pensar y sentir se están volviendo algorítmicos y robóticos de una manera sensible y “de corazón”.

Somos nosotros los humanos los que nos estamos volviendo robóticos de una manera “humana”, “sensible” y falsamente no robotizada.

Aclaremos una cosa primero que todo. Lo aleatorio y especulativo en los humanos no pueden ser optimizados o hechos eficientes de la misma manera en que lo son aquellas cosas que no son aleatorias ni especulativas.

Los principios genéticos que nos han traído a este mundo están basados precisamente en un tipo de aleatoriedad que no debe ser optimizada por medio de intervención artificial sino que deben ser dejados a los designios de sus propios flujos los cuales incluyen la posibilidad de destrucción.

Es por ello que darle a las máquinas esta cualidad aleatoria de destrucción y creatividad que tenemos los humanos como forma real de evolución nunca seria la opción más óptima ni eficiente de nuestra tecnología aunque ello sería la forma básica genuina de darle un chance real de evolución a las máquinas.

¿Pueden ver ahora como no tiene ningún sentido esto de crear inteligencia artificial que nos imite y supere?

En principio es imposible que la inteligencia artificial imite como un gemelo la condición humana y mucho menos que la supere. No obstante, incluso si fuera posible sólo nos llevaría a la destrucción similar al conocido experimento del maximizador de presillas.

Esta idea del ser humano querer ser un robot o temer que el robot se convierta en ser humano es lo que yo llamaría disforia tecnológica.

Cuando un ser humano nacido biológicamente hombre se considera mujer-trans tal disforia es sólo un caso particular de la disforia tecnológica. Lo irónico es que aunque la disforia tecnológica es tan vieja como la disforia del género, la disforia tecnológica nunca se ha traducido en activismo político como la disforia del género lo ha sido.

Sin embargo, hay un peligro más grave aquí y es que mientras más sofisticada es la inteligencia artificial en simular e imitar la condición humana más los seres humanos queremos y podemos imitar o simular la inteligencia.

Nos hemos robotizados sin que ello este o al menos aparezca en conflicto con ser extremadamente creativos y profundamente empático. El precio de humanizar un robot ha sido tener que robotizar “humanamente” al ser

humano.

Ahora, robotizar humanamente al ser humano no sucede cuando un ser humano imita en comportamientos a una Inteligencia Artificial como Hall-9000 en la película, 2001: A Space Odyssey. Robotizar humanamente a un ser humano sucede cuando los seres humanos recibimos con extrema eficiencia à la carte todo lo que necesitamos y deseamos incluyendo el pensar mismo.

Son la sastrería y la costura extremadamente personal pero no individual los que generan la atomización y conectividad operativa entre los humanos convertidos en mera qualia subjetiva y subjetivizada. Es esta Haute couture de las mentes eruditizadas la que le roba el alma a los humanos bajo las banderas de un “humanismo” tecnológico algoritmizado cuyo nombre real es transhumanismo.

Hemos dejado de pensar para “pensar” casi a la velocidad de la luz como si pensar fuera una cuestión de velocidad y glotonería de información selectiva, erudita y rococo.

La velocidad tecnológica no es proporcional ni conmensurable con la eficiencia humana simplemente porque nosotros como seres humanos nunca podremos ser maximizadores de presillas.

Como humanos, necesitamos de tiempo, de memoria ganada a duras penas y torpemente. Es esa torpeza y fricción la que mejora nuestros genes.

Necesitamos de la vieja instantaneidad que requiere demora aún cuando esta última no está en conflicto mortal con la instantaneidad tecnológica.

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Ulysses Alvarez Laviada

Genuine tragedies in the world are not conflicts between right and wrong. They are conflicts between two rights. Friedrich Hegel.