La dictadura cubana:

De un Socialismo à la Henry Ford a un Silicon Valley à la Michel Houellebecq.

Ulysses Alvarez Laviada
13 min readJan 1, 2022

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Henry Ford, Karl Ove Knausgaard, Michel Houellebecq.

Hoy en día tanto a un capitalista como a un socialista le incomodaría escuchar que el socialismo por naturaleza tiene su origen en el capitalismo y que su continuo brote no necesariamente es el resultado de alguna revolución o radicalización política anti capitalista.

Los métodos mismos capitalistas a veces han sido promotores del socialismo. Y usted naturalmente se preguntaría, ¿cuáles son la tendencias en el capitalismo que estimulan los gérmenes del socialismo?

Hasta Marx mismo se refirió a estas tendencias, pero Marx se emocionó demasiado con ellas y en vez de verlas como vectores sociales con resultados positivos para su causa se creyó que tenían un carácter de inevitabilidad esperanzadora para una revolución proletaria. La comuna de Paris distorsionó de una vez y por toda su capacidad para discernir objetivamente el capitalismo.

¿La ironía? El “proletariado” hoy en día se ha hecho capitalista y no por definición ni necesariamente por haberse convertido en emprendedores o empresarios en busca de ganancias.

El proletariado de Marx hoy es un “género fluido” que padece de todo tipo de disforia de clases y que ha perdido todo el espíritu de irreconciliabilidad con el estatus burgués sin que pueda hacer ningún movimiento retro que le permita recuperar ese pasado más que como algo museable y taxidérmico.

Si hay algo que El Capital de Marx carece es de un entendimiento sólido del carácter vectorial del capitalismo no ya en relación a las tendencias socialistas sino en relación a todas las tendencias que llegan a tomar lugar en el mismo.

Analicemos en tal sentido y con particular interés la implementación del ensamblaje en cadena que permitió el nacimiento del Modelo T en la industria automotriz, el cual de una forma u otra ha representado un paraíso ejemplar del sueño capitalista.

Henry Ford, su inventor, una vez nos dijo:

‘Si hubiera preguntado a la gente qué querían, me habrían dicho:
“Caballos más rápidos”.’

El caballo y el automóvil son dos paradigmas distintos de transporte. Nadie hubiera imaginado que abandonar el caballo como medio fundamental de transporte hubiera sido la mejor respuesta a nuestros problemas con la aceleración del tiempo. Nadie en los tiempos anteriores al automóvil hubiera pensado en algo mas barato y eficiente como medio de transporte.

Si salir del caballo fue un enigma que se volvió magia con el automóvil, dejar atrás un tipo específico de automóvil que se hizo omnipresente se volvió una pesadilla para una persona en particular, Henry Ford. Salvando las distancias, está ha sido la misma pesadilla para muchos cubanos que no han podido dejar atrás Fidel Castro y su revolución.

El modelo T marco un hito en la historia tanto por su capacidad para abrir nuevas oportunidades a sectores mas amplios de la sociedad como por su tozudez en insistir reducir las facultades humanas a un mero ejercicio mecánico y compartimentado.

La propia división del trabajo contribuyó de manera directa a la gestación del tipo de organización que los mismo trabajadores crearían más tarde entre ellos; los sindicatos. De esta manera, el ensamblaje del Modelo T auspició el propio ensamblaje humano, o sea, las relaciones entre los individuos y sus colectivos.

El Modelo T permitió la producción en cadena y con él llegaron los bajos precios de los automóviles y la facilidad de que la clase media de Estados Unidos pudiera tener un auto por primera vez.

Sin embargo, todo avance tecnológico siempre trae algún problema y el problema que trajo el fordismo fue multifactorial. El primero fue la unanimidad de acciones en fábricas en el que lo individual estaba enteramente subordinado al ensamblaje colectivo del automóvil.

El fordismo de hecho fue uno de los primeros indicios en el seno mismo del capitalismo de la unidad colectiva “socialista”, o sea, de la unidad colectiva impersonal en defensa del ensamblaje total de partes desmembradas y unidas mecánicamente. La unidad de los trabajadores, en su nacimiento, fue y permaneció siendo un espejo y un espectro de la unidad entre todas las partes del automóvil o la producción en cadena en general.

El capitalismo aquí encontró un callejón sin salida en el mismo sentido en que los mercaderes de caballos encontraron un callejón sin salida con los caballos como medio de transporte.

Lo mas interesante de este callejón sin salida del fordismo es que fue el propio hijo de Henry Ford, Edsel Ford, quien comenzó a oponerse al modelo de su padre. Después de convertirse en presidente de Ford, Edsel abogó por la introducción de un automóvil más moderno para reemplazar el Modelo T, pero fue rechazado repetidamente por su padre. La situación en el mercado finalmente hizo inevitable la introducción de un nuevo modelo: el Modelo A.

En su conocido libro, Mi vida y obra: una autobiografía de Henry Ford publicado con Samuel Crowther podemos testificar no solo el gran espíritu emprendedor de Henry Ford sino su casi admirable al mismo tiempo detestable testarudez y dogmatismo en un hombre de grandes ideas y de orígenes humildes.

Henry Ford se aferró a su Modelo T más allá del hecho de haberle aportado grandes ganancias y de haber convertido a su compañía en un imperio automovilístico. Henry estaba y permaneció tan obsesionado con su invención que nunca estuvo dispuesto a cambiarlo, modificarlo o actualizarlo. La suya era una fijación casi fetichista sin importarle que pudiera costarle su ruina y la ruina de sus trabajadores.

A Henry Ford le fue imposible modificar ni siquiera ligeramente su concepción del Modelo T y ello contribuyó no solo al declive del fordismo si no a la aparición de una unidad colectiva sindical de trabajadores en fábricas de manufacturas sin precedentes. Precisamente, las condiciones ideales para un socialismo en el que los obreros estarían unidos por los mismos principios de la cadena de ensamblaje que definía sus trabajos.

Puesto que el fordismo se basaba en que los trabajadores tuvieran un mínimo suficiente de habilidades técnicas para ejercer el trabajo basado en el aislamiento o compartimentación de la labor de manera que fuera extremadamente fácil de ejecutar al mismo tiempo de poder actuar al unísono y con unanimidad, este tipo de estructuración del trabajo generó directamente la estructura misma de una ideología natural no solo de trabajo sino también de manera de pensar basadas en acciones mayormente unísonas y reforzadas casi por absoluta unanimidad.

Estos aspectos psicológicos e ideológicos del fordismo fueron los que ayudaron a formar la más nefasta unidad política y sindical entre los trabajadores, o sea, una unidad basada fundamentalmente en el ensamblaje mecánico de una ideología regida igualmente por la acción unísona y la unanimidad.

¿Quién iba a pensar que precisamente los aspectos mas nefastos del fordismo serian usados como caldo de cultivo para darle forma a la ideología comunista y al mismo tiempo para garantizar una unidad popular basada en la unanimidad y la acción unísona?

Marx, sin dudas, subestimó el arraigo profundamente fordista del sindicalismo el cual nunca ha logrado más que una unidad pírrica avalada por la misma ideología dogmática de Henry Ford la cual fue reemplazada por la de su hijo sin ninguna necesidad de socialismo.

El activismo político del marxismo y de los comunistas siempre han sabido sacarle ventajas a estos lados débiles del capitalismo. No obstante, tal ventaja no ha actuado mas que como un bumerán en detrimento de los comunistas y sus ideales socialistas.

Lo que ha sido nefasto del fordismo no puede usarse como trampolín para unir a los trabajadores. En otras palabras, el trabajar de manera unísona y unánime como resultado de la naturaleza de las cadenas de ensamblaje industrial no puede usarse para crear una ideología emancipadora obrera.

El actuar y pensar al unísono y en unanimidad es un vestigio industrial del fordismo capitalista. Es por ello que cuando vemos la unanimidad y el dogmatismo incuestionable e irrevocable de la ideología anti capitalista podemos, sin temor a equivocarnos, afirmar que estamos ante la presencia de un socialismo fordista. Y para ser estrictamente claro, todo socialismo nace y se nutre de la mentalidad y la operacionalidad fordista.

Sin embargo, una pregunta se hace necesaria, ¿si la mayoría de los países que transitaron al socialismo no eran industriales y por tanto no tenían una práctica sistemática del fordismo cómo es posible que todos estos países hayan desarrollado una arraigada mentalidad de lo unísono y una cultura de la unanimidad?

Hay que recordar que aunque el actuar de manera unísona y unánime tiene orígenes económicos en el fordismo existen otras condiciones económicas históricas que ha producido la unanimidad así como el actuar y pensar coordinados de manera unísona.

Los grandes imperios como el imperio Chino pero también las sociedades militarizadas como Esparta en la que todos los ciudadanos, incluyendo los niños y niñas, eran educados y entrenados en el arte militar no ya como una profesión especializada sino como un modo de vida, desarrollaron también esta mentalidad de actuar y pensar coordinados y por unanimidad. La violencia y el arte militar fueron unos de los pilares de este modo de vida por medio de los cuales se logró unidad social.

Por otra parte, la falta de suficiente división social del trabajo, creación de profesionales calificados en los diferentes sectores y la existencia de estructuras de clases con poca movilidad social y económica también genera unanimidad y maneras de pensar coordinadas pero abstractas.

La pobreza de hecho es generada por esa falta de movilidad social de las distintas clases. Generar movilidad social y económica es una tarea compleja puesto que hay muchas fuerzas reaccionarias y conservadoras que están muy arraigadas en el estatus quo y no todos los que han consolidado sus riquezas están dispuesto a tomar nuevos riesgos.

En muchas instancias cuando el éxito se ha consolidado demasiado muchos terminan monopolizando en sus logros y prohibiendo la competencia. Esto sin embargo no es un rasgo esencial del capitalismo como Marx y Lenin tanto insistieron. Esto es un rasgo del capitalismo heredero del feudalismo.

Esta herencia feudal, sin embargo, es más ancestral y viene desde la antigüedad y los grandes imperios olvidados a lo largo de la historia. Los seres humanos siempre hemos necesitado de capital simbólico y no solo de capital productivo. El capital productivo como elemento decisivo del progreso humano es de hecho un fenómeno reciente de las sociedades capitalistas. Todas las sociedades anteriores, con la excepción de las comunidades de cazadores-recolectores, se han basado en el mercantilismo impulsado por el capital simbólico.

Cuando este capital simbólico se concentra de manera estática mas y más en unos pocos la sociedad tiende a volverse feudal-imperial y se hace cada vez menos capitalista. Un ejemplo de ello lo vemos en Dune, la nueva adaptación fílmica de Denis Villeneuve de la novela por Frank Herbert. La novela describe con precisión económica y social porqué el capitalismo podría fallar y la miseria perpetuarse. Es así como la falta de movilidad social y económica hace de la clase pobre un mundo igualmente estático y aparte.

Una vez que la estructura social pierde movilidad la pobreza y la miseria se vuelven estados de vida a los cuales no solo podemos adaptarnos sino incluso habituarnos y hasta “celebrarlo”.

Adaptarse a la pobreza es encontrar ventajas en la pobreza que nos permita sobrevivir en ella sin ninguna intención de salir de ella. Habituarse a la pobreza es fingir con candor estar feliz en ella, con su dolor y su miseria, aunque tal candor nunca llegue a convertirse en un valor espiritual y cultural.

Otra cosa es cuando la pobreza tanto de espíritu como de bienes materiales se convierte en un valor espiritual y cultural per se, tanto activa como pasivamente. Cuando la pobreza material y espiritual se consolidan en con el tiempo al mismo tiempo que la riqueza material y espiritual se consolidan simbólicamente, ambos elementos enfermizos de la sociedad, la pobreza tolerable consolidada y la riqueza simbólica acumulada, no significa necesariamente que las condiciones objetivas están dadas como Marx quizo anticiparlo, para una revolución.

Las masas o la prole se pueden adaptar y habituar a condiciones sistémicas de pobreza “tolerable” al punto de darle a la pobreza un estatus ontológico de clase. Esto significa que las masas están condicionadas por naturaleza a aceptar una pobreza adaptativa, cosa que no quiere decir que siempre la aceptarían. Las masas aun bajo la entropía que les es inherente, se han hecho más inteligentes y educadas a lo largo de la historia.

Dicen, sin embargo, que las masas son amorfas e irracionales. Lo vemos en Psicología de las multitudes por Gustave Le Bon, en El hombre mediocre por José Ingenieros, en La rebelión de las masas por José Ortega y Gasset, en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica por Walter Benjamin, en El hombre unidimensional por Herbert Marcuse y en El hombre sin atributos por Robert Musil.

Cuando las masas no se han considerado como amorfas en el sentido de ser definida como muchedumbre o turba, entonces en nuestra historia más reciente desde el siglo XX las masas han encarnado tres formas de “consciencia para si”. Una fue la del nacionalsocialismo durante el fascismo en Europa. La otra fue la del comunismo en todos los países socialistas desde la revolución de Octubre de 1917. Y finalmente el consumismo en todos los países capitalistas de occidente.

Ningunas de estas tres formas de “consciencia para si” de las masas ha sobrevivido hoy en sus formas originales. Determinadas tecnologías facilitaron el sentido de la unanimidad como lo hizo el fordismo (el auto parlante, la radio y la televisión). Hoy en día la internet y las redes sociales han erosionado, o mejor, fragmentado considerablemente esos tres medios de comunicación humana. Tanto es así, que ningunas de las tres formas de “consciencia para si” de las masas, a saber, el fascismo, el comunismo y el consumismo han logrado conservar sus principios de unanimidad. Lo que sostiene la comunicación humana hoy en día no es la unanimidad sino la conectividad y el hecho de que casi todos estamos “conectados”.

En Cuba sin embargo aun se conserva la unanimidad aunque de manera simbólica, y digo simbólica porque la internet y las redes sociales ya ha comenzado a erosionar esa unanimidad real que aun ofrecen los medios convencionales de comunicación masiva como la televisión, la radio y el periódico nacional.

En Cuba no solo aún funcionan los mítines de repudio y existe la sistemática unanimidad en todos los congresos del partido comunista sino que sobre todo la cultura de la pobreza en el cubano ordinario, no por elección sino por hábito y adaptabilidad, esta como nunca antes presente.

A la idiosincrasia natural del cubano de hoy dentro de la isla le va muy bien la conocida frase de “la blanda intolerancia de las bajas expectativas”. Sin embargo, esta “blanda intolerancia de las bajas expectativas” ni siquiera pudiera compararse ya con el concepto de “Zef” que se originó como movimiento de contra cultura en Sudafrica en las décadas de 1960 y 1970 como un término despectivo para referirse a los blancos de clase trabajadora.

En la cultura “Zef” al menos existía un orgullo real por la pobreza y la vida baja en contraste y en contra de la clase alta y adinerada. En Cuba la pobreza como cultura no es una ideología aunque sea forzado por el gobierno como ideología. La pobreza en Cuba obedece a un principio natural de adaptabilidad y hábito de vivir crónicamente en la escasez.

De hecho, en Cuba hace mucho tiempo la ideología comunista dejó de ser ideología y dejó también de ser comunista. Entonces, uno se pregunta, ¿qué creencias abanderan esos cubanos revolucionarios que con orgullo vulgar y grosero hicieron mítines de repudio el 15 de Noviembre en las puertas de las casas de otros cubanos que tenían intenciones claras de manifestarse pacíficamente y les fue prohibido?

Lo que abanderan esos cubanos en sus rabias primitivas, cerreras y criminales es costumbrismo robótico e inercia política sustentada en una revolución y su líder que hace tiempo dejaron de existir incluso como símbolos patrios.

Ningún cubano revolucionario o comunista que este formal y oficialmente alineado con el gobierno y el partido comunista de Cuba llega a tener mas que una alianza servil y feudal con ese gobierno. La definición misma de vasallo lo deja todo más claro, o sea, ponerse al servicio de un señor feudal, el cual da protección a cambio de unos determinados servicios. En Cuba ni siquiera aquellos que son comunista y/o apoyan la revolución cubana tienen libertad de pensamiento o ningún pensamiento innovador con relación al marxismo o el socialismo. La teoría marxista-leninista sigue intacta como biblia sin el mas mínimo cuestionamiento mientras Stalin, Mao y la perestroika se usan como chivo expiatorio para eternizar mas allá de lo imposible el socialismo.

El aferramiento que tiene gran parte del pueblo cubano a su revolución iniciada en 1959 es muy similar al aferramiento que tuvo Henry Ford. Las ideas cuando existen como ideas sólidas es porque sobreviven y se actualizan en el quehacer presente. En Cuba no existen batallas de las ideas entre los cubanos y su gobierno de manera democrática. En Cuba sólo existen batallas de las ideas entre las ideas que son rechazadas como criminales e ideas que son aceptadas como revolucionarias. No existen ideas contrarias al gobierno que no sean criminales.

En medio de esta criminalidad del pensamiento opuesto al gobierno el partido comunista trasmite a los cubanos la certeza de que lo que hace el gobierno está, siempre ha estado y siempre estará a favor de los intereses de los cubanos. Si tal es el caso, ¿por qué pedirle al pueblo cubano confirmación escrita por medio de la constitución de que los cubanos nunca abandonaran el socialismo? Si el gobierno está tan seguro de su lealtad al pueblo, ¿por qué hacer irrevocable la forma de gobierno socialista por toda una eternidad?

Las leyes físicas de Newton se han hecho naturalmente ineludibles y sin embargo la comunidad científica nunca ha tenido la necesidad de hacer las leyes físicas de Newton irrevocables.

En vez de ideas comunistas lo que existe en Cuba es populismo reaccionario y despótico. En Cuba la palabra comunista es un mero comodín para referirse a querer más de lo mismo aunque sea la miseria de cada día.

Los comunistas en principio se supone que deban ser una vanguardia ideológica con hegemonía naturalmente ganada en la sociedad. Hoy en Cuba existe el burdo poder político de una élite que sabe cómo gestionar y consolidar el populismo iniciado en 1959.

Digámoslos bien claro. El 15 de Noviembre de 2021 demostró que el socialismo y la ideología del Partido Comunista de Cuba son entidades canónicas de la cultura cubana, de su idiosincrasia y de su ADN y por tanto no deberían funcionar como entidades políticas sino como entidades monarquicas de un socialismo feudal arcaico y reaccionario.

Mientras tanto y más allá del Partido Comunista de Cuba los cubanos desde 2007, cuando el 3G llegó a la isla, han empezado a crearse un mundo o muchos mundos que tienen sus vidas propias y que más tarde o más temprano se les irá del total control del gobierno no importa cuanto poder militar y económico tengan.

Los cubanos, sin dudas, tendrán que transitar de la forma de “consciencia para si” que ha sido el socialismo a una forma de “consciencia para si” que será el consumerismo en vez del viejo consumismo. El consumerismo obedece a reglas y principios basados en consumidores responsables y con inteligencia de compra.

El mundo del mercado de hoy es un mundo fragmentado, atomizado, selfie indulgente, narcisista y auto referencial aunque profusamente conectado. A pesar de todo eso e incluso por todo eso es un mundo mas libre, interesante y prometedor que el mundo que los comunistas les han venido ofreciendo a los cubanos. Ese será un mundo en transición para los cubanos, un mundo difícil pero al mismo tiempo alentador e inevitable.

Será un mundo entre el mundo de Karl Ove Knausgaard en su novela, Mi Lucha, y el mundo atomizado de Michel Houellebecq en su novela, Las partículas elementales.

El camino será arduo, prolongado y sobre todo tortuoso, pero es y será el camino mas prometedor para la libertad de muchos cubanos.

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Ulysses Alvarez Laviada

Genuine tragedies in the world are not conflicts between right and wrong. They are conflicts between two rights. Friedrich Hegel.